jueves, 8 de enero de 2015

La cabeza es redonda para que el pensamiento pueda cambiar de dirección.

Somos lo que pensamos. Lo que nos ocurre en la vida es una proyección de nuestros pensamientos. Y sin embargo la mayoría de personas siguen sintiéndose víctimas de las consecuencias nefastas que atraen a su vida, cuando en realidad, todos somos plenos responsables de lo que nos sucede. Tanto de lo bueno como de aquello que consideramos 'malo'. Que en realidad no lo es tanto, ya que cada experiencia vital trae consigo un enorme valor potencial.

Si queremos ser felices, es nuestro deber hacer de cada desgracia y de cada pérdida, una ganancia. Pues la vida es aprendizaje constante, y solo obtendremos el resultado deseado cuando comencemos a cambiar nuestra distorsionada visión de la realidad. Cada cosa que nos sucede, está ahí para hacernos aprender una lección, y sólo cuando esa lección es comprendida, comenzamos el camino hacia nuestra propia plenitud personal. Debemos aprender a lidiar con los obstáculos con los que nos topamos en la vida, pues las limitaciones sólo están ahí para ir más allá de ellas. Ese es el gran secreto que nunca nos han contado.

Para aquellos incrédulos y escépticos que no deseen ser dueños de su vida ni responsables de sus experiencias... ahí va un dato revelador: ¿Sabéis que tenemos alrededor de 60.000 pensamientos al día y que la mayoría son negativos? Aprender a observar esos pensamientos, (muchas veces inconscientes), y ser capaces de escuchar el parloteo incensante de nuestra mente como jueces y no como esclavos de nosotros mismos, es el gran paso para empezar a hacernos con el control de nuestra vida.

Pues como decía un gran maestro: "Cuando cambias tu forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma."

miércoles, 7 de enero de 2015

Hacer del amado, un amante.

Dicen que en el amor siempre hay uno que quiere y otro que se deja querer. Yo no estoy de acuerdo. Bajo esta visión el amor sería algo totalmente pasivo, pero el amor nunca es sinónimo de pasividad, sino todo lo contrario. Quizá sí haya una cierta tendencia a que un miembro de la pareja ame más que el otro, pero no porque el otro se deje amar, sino porque necesita que le amen, que es muy distinto... ¿Acaso tiene lógica dejarse querer por alguien a quien no quieres? Desde mi punto de vista, no. A no ser que haya un deseo oculto en la pasividad del que se deja amar, y ese deseo inconsciente es sentirse amado.
No me malinterpretéis, a todos nos gusta sentirnos deseados, sin embargo, la mayoría de personas no saben que querer beneficia más al que quiere que al querido. Y esto ocurre porque muchas personas se pasan la vida anhelando que las quieran, sin llegar a experimentar plenamente el placer de amar a alguien.
Algunas personas, se aprecian tan poco, que precisan del exterior todo el amor que les falta hacia sí mismas. El problema está en que para querernos, no basta con que nos quiera el resto del mundo... Y para amar sanamente, primero hemos de aprender a querernos a nosotros mismos por lo que verdaderamente somos en esencia. Ya que el amor, como todo lo bueno, ha de trabajarse día tras día. Pues el secreto en esta vida, consiste en hacer del amado, un amante.

martes, 6 de enero de 2015

Las verdaderas batallas se libran en nuestro interior.

'Llegará a tus manos, en el momento preciso, justo aquello que necesites para seguir tu evolución. No hay errores; sólo lecciones. Y una lección será repetida en tu vida hasta que el aprendizaje te transforme.'

La gente le tiene miedo al silencio porque con él empiezan a escuchar lo que realmente traen en la cabeza.

Quien desee llegar a la sana conciencia, debe ser capaz de encarar voluntariamente su sufrimiento. Pues para sanar una herida, primero hay que abrirla y desinfectarla; si no es así, la herida no cicatriza nunca.

Nunca subestimes lo que cabe en un silencio.

Nos educan diciéndonos que las cosas se consiguen con esfuerzo, y que, junto a esas cosas, llegará la felicidad. La verdad, yo creo que eso es una gran mentira. Una mentira socialmente aceptada, universalmente determinada, pero una mentira al fin y al cabo. Yo no creo para nada en el esfuerzo como camino para hacer algo. No creo que haya que esforzarse, sino que hay que dedicarse, que no es lo mismo. La dedicación a algo, la apuesta de todo lo que soy al servicio de un proyecto, no es un esfuerzo. Yo no creo en el esfuerzo, en el sentido de forzarme a hacer lo que no quiero hacer. No creo en los logros que se consiguen desde el esfuerzo. Creo en la elección de un camino. Pues es la dirección la que infunde el sentimiento de progreso, más que el logro en sí.